Fotografía: panamapoesia.com/
DEMETRIO J FÁBREGA
Demetrio José Fábrega, nació en Aguadulce, provincia de Coclé, Panamá
el 14 de septiembre de 1932. Realizó estudios universitarios en los Estados Unidos de América y en Europa. Poeta vanguardista y traductor.
Estudió em Colombia, Estados Unidos y Europa. Farmacéutico de profesión.
Ha sido funcionario del servicio exterior. Fue director del diario "La Hora" y publicó numerosos artículos en diversos periódicos. Rodrigo Miró lo ubica entre los poetas vanguardistas y además de poeta es traductor.
Miembro fondador de la Academia Panameña de la Lengua.
TEXTOS EN ESPAÑOL - TEXTOS EM PORTUGUÊS
POESÍA DE PANAMÁ. Edición bilingüe con las versiones ruas de Pável Grushko. Ciudad de Panamá: Universidad de Panamá, 2015. 170 p. 21x27 cm. Cubierta: Pintura de Anna Goncharova “Luna Nueva”. Tapa dura, sobretapa. Tiraje: 1800 ejemplares. Impresso en Colombia pro Prensa Moderna.
Ex./Ej. Bibl. Antonio Miranda
TANGO DÉCIMO
Las hojas del atardecer crispadas
de repente se calman, ateridas,
como esperando en el portal en sombra
un embozado visitante anónimo.
Los perros miran a los hombres que fuman,
y se van tras los restos del día hundido.
Para mí, dulce llaga,
ausente ardor, ya no concluyen
ni la jornada sudorosa ni el cetro de penas,
y oigo los ruidos cotidianos
de los vecinos repitiendo
sus vidas de siempre que la noche,
con su hoz impasible, invisible se traga.
Más todavia. Se me acaban las cosas
que te podría decir igual que entonces
cuando hablamos de amor y te maldije.
Y así ¿qué es lo quedará de un alba a la outra?
¿Un ruiseñor con el cuello cortado?
¿Las manos que, al tocarte, aprendieron
cómo llegan los ángeles a enlouquecer
en la vigilia de los huertos baldíos?
Como racimos de congoja
de las vendimias torpes del corazón.
las ramas del árbol maldito ilumina
las losas del camino que ya olvidó tus pasos.
¿Y tú te volverás una flor pasajera
que agita los recuerdos
para borrar los nombres que les diste?
LA CULTURA DEL MIEDO
No toques la azucena, que en su pálido
perfume de frescor está la muerte
agazapada, palpitante, al acecho.
No te acerques al lago, que en sus frágiles
azulencas ondas se pasea la muerte
con su mordaza azul de alas de espuma.
No escuches las canciones, que sus trémulos
juncos de luz se refocila la muerte
como la sombra lúbrica de una sirena extraviada.
¿Qué más pruebas querías?
Si todos los que trenzaban guirnaldas
en los festejos nupciales murieron;
si todos los que untaban sus silhuetas brillantes
con la suave coraza de la luna
tendida sobre el agua murieron,
¿podrás acaso tú pedir más pruebas?
En el humo, en el vino, em los besos,
en el envés de la alegría
o del dolor por igual,
allí también verás el resplandor
del propósito del simple tránsito,
languidez oculta,
germen de lo extinguido.
Del mismo modo te dirán una tarde:
“Cuidate incessantemente de todos los peligros.
Son demasiados para el hombre. Y nunca,
so pena de la propia muerte
comprovada por médios rigorosamente científicos,
no te atrevas ya nunca
a gastar en vivir lo que te dejen de vida”.
TEXTOS EM PORTUGUÊS
Tradução de ANTONIO MIRANDA
DÉCIMO TANGO
As folhas do entardecer tensas
de repente se acalmam, enrijecidas,
como esperando no portal em sombra
um embuçado visitante anônimo.
Os cães miram os homens que fumam,
e se vão atrás dos restos do dia fundido.
Para mi, doce chaga,
ausente ardor, já não concluem
nem a jornada suorenta nem o cetro de penas,
e ouço os ruídos quotidianos
dos vizinhos repetindo
suas vidas de sempre que a noite,
con sua foice impassível, invisível engole.
Ainda mais. Acabam-me as coisas
que eu poderia te dizer como quando então
quando falamos de amor e te maldigo.
E assim que é que restará de uma alvorada a outra?
Um rouxinol com o pescoço cortado?
As mãos que, ao tocar-te, aprenderam
como chegam os anjos a enlouquecer
na vigília dos hortos baldíos?
Como cachos de angústia
as vindimas torpes do coração.
os ramos da árvore maldita ilumina
as lousas do caminho que esqueceram os teus passos.
E tu te transformarás numa flor passageira
que agita as lembranças
para apagar os nomes que lhes deste?
A CULTURA DO MEDO
Não toques a açucena, que em seu pálido
perfume de frescor está a morte
agachada, palpitante, em emboscada.
Não te aproximes do lago, que em suas frágeis
azuladas ondas passeia a morte
com sua mordaça azul de asas de espuma.
Não escutes as canções, que seus trêmulos
juncos de luz se reforça a morte
como a sombra lúbrica de uma sereia extraviada.
Que mais provas querias?
Se todos os que trançavam grinaldas
nos festejos nupciais morreram;
se todos os que untavam suas silhuetas brillantes
com a suave couraça da lua
estendida sobre a água morreram,
tu poderás por acaso pedir mais provas?
Na fumaça, no vinho, pelos beijos,
por debaixo da alegria
ou da dor igualmente,
ali também verás o resplendor
do propósito do simples trânsito,
languidez oculta,
germe do extinto.
Da mesma maneira te dirão numa tarde:
“Cuida-te incessantemente de todos os perigos.
São em demasia para o homem. E nunca,
sob pena da própria morte
comprovada por meios rigorosamente científicos,
não te atrevas jamais
a gastar em viver o que te deixem de vida”.
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Página publicada em setembro de 2021
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